Nunca me atreví a decir esto... hasta ahora.
Esta es la razón por la que redefiní mi target. Ahora me dirijo a personas despiertas y listas para accionar.
Hoy quiero compartir algo que no había contado antes.
Quizás por miedo a incomodar.
Pero siento que puede ser útil para otros mentores, terapeutas, coaches y emprendedores que se han encontrado en esta misma encrucijada —ya sea en su propio camino o acompañando a otros.
Durante mucho tiempo, como parte diferencial de mi universo creativo de marca, mostré sobre todo mi lado más espiritual, femenino y conectado con la intuición.
Lo que quizás no se veía tan claramente en mi branding —a nivel de símbolos, colores o lenguaje— era mi otra cara: la friki de la estrategia, la que ama los sistemas, la que disfruta afinando embudos, procesos, automatizaciones.
Esa parte más “masculina” también es mía. Y estaba ahí desde siempre.
Pero sin darme cuenta, fui polarizándome cada vez más hacia lo femenino.
Y no el femenino integrado, sino uno que muchas veces confundimos con solo fluir, solo sentir, solo esperar que las cosas se den.
¿Y por qué pasó eso?
Porque empecé a atraer un público —especialmente mujeres— muy conectado con esa energía del fluir, del actuar con propósito, de canalizar la misión de vida, de flexibilizar las rutinas…
Pero cada vez que hablábamos de estructura, estrategia, objetivos o finanzas…
el tema generaba resistencia o rechazo.
No vamos a profundizar ahora en la herida colectiva del femenino, pero sí quiero nombrar algo:
Es muy común que en las primeras etapas de sanación, queramos alejarnos de todo lo que sentimos que nos desconectó:
horarios, estructura, metas, productividad, competitividad…
En resumen: el mundo material.
Todo eso que nos metieron desde niñas —en casa, en el cole, en la sociedad— y que sentimos que nos apagó.
Al cabo de un tiempo, cuando tocamos el otro extremo (la excesiva improvisación, la espiritualidad extremista, la evasión de cualquier sistema…) es cuando realmente somos capaces de identificar donde está nuestro centro.
Sigo.
Y entonces, yo empecé a replegarme.
A no mostrar ciertas partes de mí.
A adaptar mi comunicación, no desde la estrategia, sino desde el miedo a incomodar o sonar “muy mental” o “demasiado exigente”.
Hasta que, sin darme cuenta, me encontré haciendo más terapia que mentoring de negocios 😮💨
Algunas personas me lo hacían ver sutilmente cuando “me conocían de verdad” en mentoría o en mis programas:
"Wow, Carla… no me imaginaba que fueras tan estratega y estructurada."
Otras, directamente, asumían que yo era astróloga… cuando jamás hablé de planetas en mi contenido.
Inciso importante:
El branding importa.
La forma en que nombras tus programas, el lenguaje que usas, los símbolos que eliges...
Todo eso moldea lo que la gente interpreta de ti.Yo hablaba de alquimia, de emprendimiento sagrado, de canal…
Y eso activó muchas proyecciones.(Si te interesa esto…lee sobre el efecto DRM (Deese-Roediger-McDermott))
Pero si algo he aprendido, es que si quiero atraer a un nuevo tipo de clienta, la primera en cambiar tengo que ser yo.
Y eso incluye plantarme, tomar decisiones valientes y ajustar mi comunicación.
Hoy ya no tengo miedo de decir que:
Mi misión es ayudar a personas despiertas
que entienden que no hay enemigos en la estructura,
en la estrategia o en el dinero.
Solo hay formas de integrarlo todo desde la soberanía interna.
Creo profundamente en ese proceso donde la mujer se reconecta con su voz, su creatividad y su esencia.
Y desde ahí, vuelve a tener ganas de compartir, de liderar, de brillar.
Pero siendo coherente con quién soy, con mi energía y con mi recorrido,
solo puedo trabajar con personas que entienden que:
No basta con tener inspiración. Hay que saber sostenerla.
Que sí, somos canal.
Pero nuestras ideas solo sobreviven si hay detrás un sistema que las contenga y las potencie.
A veces creemos que estructurar nos va a quitar libertad.
Que automatizar, planificar o sistematizar va a apagar nuestra chispa creativa.
Pero ¿y si fuera al revés?
¿Y si justo ahí —en una estructura bien pensada— estuviera la libertad que tanto buscamos?
Yo lo viví. Durante años me moví por intuición.
Creaba lo que sentía. Lanzaba cuando me vibraba.
Y funcionaba… pero a costa de muchísimo esfuerzo.
Cada post, cada venta, cada lanzamiento… era una montaña que tenía que escalar sola y sin cuerdas.
Hasta que lo entendí:
Tu negocio no es solo una expresión de tu alma.
También es un sistema que debe funcionar incluso en tus días bajos.
Por eso en el próximo evento que os traigo no solo hablamos de creatividad.
Hablamos de estrategia, de estructura, de contenido que se organiza para sostener tu energía…e incluso hablo de embarcarnos en un reto para facturar más!!!! ⚠️🤪💥
Qué locura jaja
RECUERDA:
Crear raíces no es limitarte. Es cuidarte.
Es darle a tu energía una base sólida para crecer sin desbordarse.
Es dejar de improvisar y empezar a construir un sistema que evolucione contigo.
Si sientes que tienes las alas,
pero te faltan las raíces…
Quizás esta sea la semana para empezar a estructurar con alma.
Te leo en comentarios 💌
Carla Mares - Tu mentora estratégica y alizada creativa.
Me siento muy identificada con esto. Yo siempre he estado muy polarizada al masculino, y ahora que estoy explorando mi parte femenina me ha estado generando rechazo lo anterior. Sin embargo, me estoy dando cuenta que así no hay avance, que como bien dices es una cuestión de equilibrio. Estoy en el camino!🙏🏻 Gracias por compartir estas reflexiones, nos hace sentir menos raras 😅
Bueno, bueno ¡TEMAZO!, justo lo hablaba con @maripazcoach, que las que hemos estado en el corporativo a base de masculino radical después nos hemos ido al otro extremo 🤣. Pero como bien dices hay que explorar las polaridades para integrar ambas y bailar con ellas. Cuando comprendes que la estructura te libera y está al servicio de algo mayor es cuando por fín sucede la magia 💙 Gracias por traerlo a la mesa. Hora de materializar proyectos chulos 😘